En un espacio de culto donde lo importante no es tanto la estética del espacio en sí, sino que lo fundamental es lo que se celebra dentro de sus paredes, la calidad del sonido es crucial.
Por desgracia muchos de nuestros espacios de celebración con el paso de los años, las ampliaciones, las sucesivas reformas y el uso de equipos de sonido inadecuados ensucian la calidad del sonido haciendo que el reparto del mismo sea muy irregular dificultando la audición por zonas. Unas zonas gozan de un sonido limpio mientras otras, en apenas unos metros, pierden toda la calidad, se saturan de reflejos y rebotes.
Esto está provocado por un exceso de reverberación.
«La reverberación es un fenómeno sonoro producido por la reflexión que consiste en una ligera permanencia del sonido una vez que la fuente original ha dejado de emitirlo.
Cuando recibimos un sonido nos llega desde su emisor a través de dos vías: el sonido directo y el sonido que se ha reflejado en algún obstáculo, como las paredes del recinto o las columnas. Cuando el sonido reflejado es inteligible por el ser humano como un segundo sonido se denomina eco, pero cuando debido a la forma de la reflexión o al fenómeno de persistencia acústica es percibido como una adición que modifica el sonido original se denomina reverberación.
La reverberación, al modificar los sonidos originales, es un parámetro que cuantifica notablemente la acústica de un recinto. Para valorar su intervención en la acústica de una sala se utiliza el «tiempo de reverberación». El efecto de la reverberación es más notable en salas grandes y poco absorbentes y menos notable en salas pequeñas y muy absorbentes.»
Este fenómeno era el que provocaba los problemas que desde hacía tiempo sufría la iglesia «Inmaculado Corazón de María en Ávila«. Aprovechando las obras de remodelación del espacio que ya estábamos realizando, nos comentaron el problema y nos pusimos manos a la obra.