Optando por los métodos tradicionales las implicaciones para el día a día hubieran ocasionado enormes molestias e inconvenientes a los vecinos de la comunidad.
Los trabajos de reparación de cimientos, aplicando la tradición, hubieran consistido en: desalojar el edificio, retirar muebles y enseres, retirar todos los restos de la cimentación dañada y el suelo desnivelado hasta una profundidad de 1-1,5 metros, posteriormente se hubiera realizado un forjado sanitario en hormigón y el posterior vertido de un mortero armado, para después proceder a colocar el suelo.
Como indicamos al comienzo, los vecinos estarían ausentes de sus domicilios por un periodo superior al mes y medio, el “secuestro” de las zonas comunes para la retirada de escombros, depósito y tránsito de materiales que añadirían aún más incomodidades a la comunidad, y a todo ello se le sumaría el alto coste de este tipo de trabajos.